Lamucca de Prado

PRADO, 16 (Antón Martín). Tel. 91 420 23 49.
Precio medio: 15-20 €
Horarios: de lunes a domingo, de 13:00 a 2:00
www.lamucca.com


¿A quién no le sorprendió Bazaar cuando abrió Chueca? Buscabas cenar en grupo, fusión de cocinas y un lugar espacioso y decorado con gusto. Allí estaba. Después siguieron Mezklum, The Wok , Wagaboo y tantos otros. Hoy toca renovar el concepto. Como combinación de lo anterior, apareció hace un par d años Lamucca, para todo aquel que buscara equilibrio entre una cena innovadora, unos precios que no dolieran y ciertos toques de modernidad. Dieron con la fórmula secreta, el éxito les acompañó y este verano abrieron segundo local, que se confirma como estandarte del "bueno-bonito-barato”, tan escaso por los madriles. Esquinazo céntrico de incalculable valor-albergó una enorme tienda de antigüedades- donde puedes tomar originales y finas pizzas, un pad thai sensacional o unos correctos mejillones al vapor a la manera belga. Y todo por unos 16 euros por cabeza, algo muy de agradecer.


El ambiente. Bullicioso y siempre abarrotado. Mira a ver si hay hueco en su despejada cueva.
La carta. Para todos los gustos: pizzas crujientes, ensaladas mediterráneas y una sorprendente fusión de cocinas en casi todos sus platos.
Para beber. Correctos vinos-principalmente, los blancos- y una extensa y sugerente carta de cócteles, con clásicos y creaciones propias que dejan huella.


Los mejores embajadores de Madrid

Con más de tres mil restaurantes, diez de ellos con estrellas Michelín, Madrid se ha convertido en una de las capitales de la gastronomía mundial. Esta amplia oferta, en la que conviven establecimientos de todos los tipos, nacionales e internacionales, vanguardistas y tradicionales, es uno de los principales atractivos para el turismo, un sector que genera cerca del 9% del PIB de la ciudad y el 6,4% de los empleos, cifra que asciende al 10,4% si se incluyen los puestos de trabajo indirectos.
El Ayuntamiento de Madrid ha homenajeado recientemente a seis de los grandes restauradores madrileños, a quienes el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, ha entregado la medalla de reconocimiento al mérito turístico.

Pedro Abrego, fundador de los restaurantes Mesón Txistu y Asador Donostiarra; Lucio Blázquez, propietario de Casa Lucio; Abraham García, del restaurante Viridiana; Evaristo García Gómez, dueño de Pescaderías Coruñesas y de los restaurantes El Pescador y O'Pazo; Miguel García Gómez, propietario de los restaurantes La Trainera y Los Remos, y José Luís Ruiz del Portal, promotor del grupo José Luís, han recibido esta distinción que el alcalde ha definido como el "abrazo de su ciudad a algunos de sus mejores embajadores".
En los últimos doce meses han visitado la capital de españa más de 7,9 millones de turistas, un 51,5% más que en 2003. Ese año, el Gobierno de la Ciudad inició uno ambicioso programa para convertir Madrid en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo y situarla en el lugar que ahora ocupa entre las cinco capitales europeas más visitadas, junto a Londres, París, Roma y Berlín.

La gastronomía ha sido un elemento estratégico para cumplir este objetivo.
El Ayuntamiento ha dado a conocer en todo el mundo la cocina madrileña, apoyando iniciativas como Madrid Fusión, el Salón Millesime o Gastrofestival. Pero el alcalde ha hecho hincapié en la labor de los restauradores afirmando que ‘ellos han conseguido que Madrid sea reconocida por tener un estilo de vida único en el mundo, en el que la gastronomía ocupa un papel protagonista como factor cultural, de ocio, de negocio y de competitividad’.

Virú

El chef de Astrid y Gastón se emancipa para abordar un proyecto culinario de similar dimensión, aunque de menor empaque.

CLAUDIO COELLO, 116 (Gregorio marañón).
Tel. 91 561 77 71


Parece que en Lima ya no es Acurio el boss, disperso como está en fórmulas culinarias globales de todos los tamaños y eficacias. El nuevo gurú Javier Wong recibe desarmando un gran lenguado que aliña y macera raudo para servirte un cebiche en cuanto te sientas. El histórico Rosa Náutica caduca mientras emerge Pescado Capitales. El dinamismo de la cocina más exigente del Cono Sur renueva maneras y se enchancha en origen.
Pasa también aquí. Hay mudanza y matiz, crecen los partidarios y rivalizan los artífices. Quique Ceballos, cordón Bleu peruano adiestrado en las audacias de Benazuza o El Chaflán, encontró hace tres años la confianza de Gastón Acurio, cuando este abordó Madrid, v Ahora campa solo con oficio, gesto y cultura. Desafía el viejo dilema de si el cebiche brotó en América o llegó de España con el limón, sugiriendo que antes los pescados se macerarían en jugo de tumbo, una granadilla autóctona. Él lo hace el limón sutil de las sierras, con ají y sin cilantro, al estilo del cebiche de puerto extrayendo una impecable leche de tigre de la corvina atlántica en dados, un platillo elegante, acaso inmejorable. También es soberbia la causa de papa con pulpo, crujiente y acidulce el pez mantequilla, fragante el arroz con pato, jugosas las yemas con mango. Todo ello puede saborearse en dosis de degustación por el precio cerrado de 39 €, en el menú K’ata. Aunque la carta abunda también en estupendos tiraditos anticuchos, escabeches y ajís, que redondean una oferta clásica de estética mimada y algo reposteril.



El ambiente. En el entresuelo, un atractivo bar de aperitivo o sobremesa donde saborear el pisco sour o un café indígena.
La carta. El tiradito de atún Asia- Perú da significado a la fusión nikkei asociado aliños de guanába y jengibre.
El servicio. Informativo y pulcro, transmite una sensación severa que desconcierta un poco con el desenfado latinoamericano.
El vino. El Gran Feudo rosado de garnacha (15 €), criado sobre lías, es particularmente propicio con la cocina peruana.

Ninsei

Una zambullida en la inmensidad culinaria asiática, propicia a múltiples y amenas combinaciones

REINA MERCEDES, 22 (Santiago Bernabéu)
Cocina japonesa, china y tailandesa
Cangrejo  crujiente con sal y pimienta.


Durante mucho tiempo, la aproximación de los madrileños a las cocinas remotas fue aventurada y ciega. Técnicas y productos inesperados propagaron en el concepto de un chino todo el maremágnum oriental. El ensanchamiento de la oferta va definiendo identidades que enseñan a distinguir unas propuestas de otras. Y lugares como este reciente Ninsei ordenan la desmesurada culinaria asiática, apostando por un repertorio que invita a combinar opciones concretas sin riesgo de fusión ni confusión.

Los menús degustación, servidos por pareja, como mínimo, concretan la naturaleza del sabor cantonés, tailandés, o el combinado, que incluye rollitos, makis, dim-sum, teppanyaki y guisos chinos. Hay que decir que Ninsei es de dimensión urbanita (una buena esquina y tres plantas) y su carta, con más de un centenar de platos, regula el tráfico con una claridad palmaria y conveniente. Entre los entrantes hay samosas, tatakis, mariscos, caldos o raviolis (entre 5-15€), capítulos de dim-sum variados, sushi por par de piezas o por tablas, sashimi y maki-roll, con buen pez mantequilla y solventes californias maki, crujientes y jugosas tempuras, generosa oferta en mariscos y pescados en diversas modalidades, entre las que destaca el pescado del día al cuury thai, y una inmensa oferta de carnes y aves que contemplan singulares productos, como el solomillo de kobe, pato laqueado para cuatro personas e ilimitadas técnicas regionales bien descritas y trazadas.

El ambiente. La pecera del salón invoca los adornos usuales chinos, pero es un prodigio en corales vivos, nada frecuentes.
La cocina. Menú a mediodía, de lunes a viernes, con más de quince opciones y monográficos japo y asiático.
El servicio. En el subsuelo, la mesa de Teppanyaki a la vista prodiga especialidades como el bogavante o iseebi plancha.
El vino. Blanco Martín Codax, oportuno ante la variedad y densidad. Con las carnes, gran Terracum de la Ribera.