Caza y setas, sabores de palacio

HOTEL PALACIO DE MIRAFLORES.
Fuente del Pino, 6 (Miraflores de la Sierra)


Con el otoño llegan los cambios. Toca mudar las bermudas por la gabardina, el abanico por el paraguas y se abre un lapso efímero pero altamente disfrutable para los gourmtets, con la irrupción en la despensa de temporada de dos delicatesen de la buena mesa. Las setas y la caza protagonizan la propuesta recién estrenada en el Palacio de Miraflores con el sello de su chef Daniel Ochoa. Son unas jornadas que mantienen al rojo vivo los fogones del restaurante de este exquisito palacete, enclavado en la Sierra de Guadarrama. Recetas como la tosta de hierbas y cremosos de foie-gras, los raviolis de perdiz sobre níscalos salteados en aceite de carbón de encina, la albóndiga de jabalí sobre crema de patata trufada o unas reconfortantes migas de chocolate con frutos secos y mousse de piñón acercan la sofisticación de la escuela francesa en mejro producto serrano. Y , por si la experiencia de probar este menú aún se queda corta para los más sibaritas, el Palacio de Miraflores, ofrece el planazo completo: una escapada para pasar una noche en el Hotel –Palacio. Para desconectar, mimarse, disfrutar de los colores del otoño serrano y, cómo no, probar el menú de setas y caza.

El Cielo del Urban

Para estirar el verano en lo alto de un hotel cosmopolita, encajado una dosis de buen gusto en el curso que comienza.

HOTEL URBAN. Carrera de San Jerónimo, 34 (Sevilla).
Tel. 91 787 77 70.   No cierra. Fumadores


Fue la primera terraza que abrió, al filo de la primavera, y será la que clausure el verano, prolongándolo hasta mediados de octubre. Mientras las temperaturas no desciendan bastante y las inclemencias no amenacen el techo de cristal de la azotea del Urban, su rutilancia de candelabro y champán estará vigente. El mobiliario retroiluminado de Philippe Starck, el rumor de la piscina anexa o la original mantelería plateada refrescan la intimidad de la escena. El trajín del bar de cócteles, la cordialidad del servicio y la excedencia en el plato añaden calidez y recreo a la noche.

Aparte de ser el recinto estival más dilatado de Madrid, es un destino gastronómico pleno y fácil que convoca un menú fijo de tres etapas, con otras tantas opciones, además de un preámbulo de ibérico de bellota puro y un auténtico éxtasis de chocolates cmo colofón. Todo  ello regado con champán Laurent Terrier Brut. La cocina de Joaquín Felipe evidencia siempre la nobleza del producto que usa y el refinamiento elaborador. Hace seis años que trajo audacia a la cocina del hotel y su timbre de gloria son los pescados de gran calibre infiltrados de ingenio propio. Aquí aborda un sutil escabeche templado de mujol, su versión de una caldeirada de merluza de Celeiro, el esturión en una tradicional y renovada salsa grenoblesa o una ensaladilla con atún de almadraba y un gazpacho de verduras asadas con caballa, al principio. Tampoco priva de inspiración al rabo de wagyu al jerez o al cordero a la baturra con quinoa, opciones cárnicas del último tramo del menú.


El ambiente. En torno al comedor, una larga terraza de aperitivo o sobremesa propone medio centenar de cócteles selectos.
La carta. Además del menú con opciones, hay un buen repertorio de tapas con cecina de wagyu de Kobe (18 €), entre otras fruslerías.
El servicio. La naturalidad y el desenfado del maître Óscar disimula y garantiza auténtico profesionalismo y oportunidad.
El vino. Para renuentes al champán, un rico blanco italiano Jermann 08 Venezia Giulia o un gran tinto Crozes Hermitage.