Cambio radical en el mundo árabe

La falta de perspectivas para la juventud, la pobreza, la ausencia de democracia y ¿cuántas más razones? han provocado el inicio de las protestas sociales en el Magreb y Oriente Próximo.
Túnez se convirtió en la chispa, y desde aquí las movilizaciones se extendieron a otros países norteafricanos y de Oriente Próximo. La muerte del joven Mohamed Bouazizi y las revueltas en las calles tunecinas consiguieron derrocar a Ben Ali, tras más de 20 años en el Gobierno. Los presidentes de Egipto y Yemen han anunciado que no volverán a presentarse a la reelección.

Como señaló El Houssine Majdoubi, corresponsal del diario Al Qods al Arabi, el pasado martes en el debate del CaixaForum "estamos ante un cambio radical en el mundo árabe".  Existe una generación nueva que reclama sus derechos y reivindica su posición en la política, y para ello adquieren un papel muy importante las nuevas tecnologías; tecnologías, por cierto, bloqueadas por el Gobierno egipcio. La gente ya no tiene miedo, y cuando el miedo se pierde, uno se hace más fuerte que su más temido y firme opresor.

Ahora, el mundo está pendiente de Egipto. Mubarak se aferra a sus 30 años en el poder mientras miles de personas piden su dimisión en la calle. Emociona contemplar la fortaleza de tantos y tantos egipcios que a pesar de la brutal represión, continúan en la plaza Tahrir, convertida ya en el símbolo de la revuelta.

Marruecos es, por ahora, el país norteafricano menos afectado por la onda expansiva de la revolución tunecina y egipcia, pero, como dijo el profesor marroquí Mourad Zarrouk, otro de los participantes en el debate, "Marruecos no tiene por qué ser una excepción en el mundo árabe".
El cambio que ahora se inicia no debe tener vuelta atrás.


31 de enero de 2011

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